miércoles, 27 de enero de 2016

La pasión del tejido tatuada bajo la piel

El tatuaje es una práctica milenaria que ha causando furor entre los tejedores.

Encontré en redes tejeriles, muchas fotos de gente que se tatúa ovillos e implementos de tejedores: lo encuentro muy entretenido y da una identidad lúdica a la pasión de tejido.
Lo cual me llevó a leer un poco más de este fenómeno social. Aquí comparto un poco de aspectos históricos y un sobrevuelo psicológico y sociológico. 


Más que una forma de "decorar" el cuerpo, el tatuaje se ha convertido en una forma de expresión de la cultura actual. Con el tatuaje la persona quiere decir algo más de él y resaltar esa parte del cuerpo dónde se lo hace. 

El contexto donde nace el tatuaje es el cuerpo en sí mismo. 


Un poco de historia:
Los primeros indicios de la existencia de tatuajes fueron descubiertos en una momia glaciar llamada Ötzien el 1991. Este cuerpo tenía una antigüedad de 5300 años y se caracterizaba por poseer tanto en la espalda como en las extremidades, más de 50 rayas que fueron, probablemente, resultado de un ritual.

Posteriormente, en la Edad Media, los tatuajes podían usarse tanto como una marca de honor, como de deshonor. Mientras que en los cruzados y peregrinos era común tatuarse símbolos que hiciesen referencia a su lugar de origen, también se marcaba a los criminales de la misma manera.

Refiriéndose al origen del tatuaje, en tiempos antiguos esta costumbre identificaba a las personas de acuerdo al rol que tenían en la sociedad. Los marinos grababan el nombre de su barco y muchos cadáveres eran identificados en el mar, por medio de ese tatuaje que el marino se había grabado en su piel.

Años más tarde los marineros, se hicieron dibujos de tipo afectuoso, donde quedaba grabado el nombre de su amada, la bandera de su patria o se dibujaban símbolos como palomas, cruces y escudos, anclas u otro tipo de señal que le dijera al resto de la humanidad como era su personalidad.

Para la época de los cincuentas y los sesentas las personas se hacían tatuajes con sustancias psicoactivas y también para disimular cicatrices u otro tipo de defectos en su piel.

Hoy día el diseño de los tatuajes se ha expandido a miles de dibujos y los jóvenes se los hacen con el interés de identificarse con cierto grupo social. Es como una afirmación impregnada en su piel de forma permanente para confirmar su identidad. Para muchos jóvenes el hacerse un tatuaje significa poner el punto final a su infancia. El tatuaje les recuerda que de niños no podían hacérselos y ahora que son adultos no necesitan preguntarle a nadie si se los pueden hacer o no.

 El término “tattoo” fue importado a Europa por James Cook en el siglo XVIII, desde los mares del sur, siendo esta, una derivación de la palabra tahitiana tatua, que se puede traducir como golpear.

Durante el siglo XX, el arte corporal vivió distintas interpretaciones. En tiempos del nacionalsocialismo como señal de humillación o con fines prácticos a modo de identificación, en la época punk como protesta y por último, como accesorio de moda principalmente.


¿Por qué la gente se tatúa? 

En general existen dos ejes sobre los que se apoya la práctica del tatuaje: 

1. La identidad. 

2. Los distintos duelos que uno atraviesa en la vida. 

Todas las personas atraviesan diferentes crisis durante sus vidas. Pero existe un tejido social que es menos consistente y menos continente y hay menos canales para registrar esas crisis. Por eso cada persona transmite sus propias experiencias a través de un medio más tangible y modificable: el propio cuerpo. 

El tatuaje no es sólo una moda pasajera (ya que dura para toda la vida). Además es la expresión de un síntoma social, y es como una nueva modalidad de arte. 

En general se lo liga a la adolescencia porque esta etapa tiene la característica de crisis pero en sentido positivo, es un tiempo de romper ataduras, de despegarse de las figuras de los padres, de encontrar nuevas formas de identificación. 

El tatuaje juega un papel importante para el chico, ya que es como un sentimiento de identidad nueva. El adolescente con su tatuaje está diciendo: “este soy yo, mírenme”. 

Por otro lado, el tatuaje se puede emparentar con las intervenciones corporales como los piercing y las cirugías estéticas. Son todas expresiones de la tendencia a canalizar cualquier tipo de inquietud a través del cuerpo. 


¿Cómo funciona el cerebro?

El sistema mesolímbico es una estructura cerebral encargada de otorgar recompensas dando una sensación de placer al sujeto mediante la segregación de diversas hormonas (como la dopamina). De este modo se consigue que la persona repita una actividad ya que siente placer al realizarla.


En las personas que llevan a cabo modificaciones corporales este sistema los recompensa por dos motivos:
Al clavarse un alfiler o tatuarse un dibujo se experimenta dolor. Esto representa una prueba de valor cuya superación desata sensaciones de euforia. A su vez, esta sensación de euforia aumenta las posibilidades de repetir la acción de llevar a cabo otra modificación corporal.
El portador de dichos elementos decorativos se siente más auténtico, atractivo e interesante. Estos sentimientos positivos también son una consecuencia de la activación de dicho sistema, y por tanto, también aumenta las posibilidades de realizar otra modificación.

Esto se ve reflejado en los estudios de Brähler, donde aproximadamente uno de cada 10 menores de 35 años hayan recurrido a dos o más técnicas distintas de modificación corporal.



El tatuaje y la personalidad: 
Muchas veces, el lenguaje corporal, las acciones y el comportamiento involucran ciertas modalidades que tampoco se pueden generalizar como lo son el diseño de tatuajes grandes y pequeños y los huequitos o “piercings” que muchos jóvenes se practican en sus labios, ombligo, lengua, orejas y cejas.

Hay diferentes tipos de tatuajes, unos más glamorosos que otros, algunos son exóticos, unos más caros que otros pero todos representan la búsqueda de una identidad y de un lugar de pertenencia. El adulto joven también persigue provocar los comentarios en los adultos no tan jóvenes, y generar inquietudes y molestias ante los más conservadores.


He aquí el significado desde el punto de vista psicológico sobre los tatuajes dependiendo en la parte del cuerpo donde estén:

1. Brazo u hombro
Manifiesta un interés por sentirse útil, luchar por nuevas metas.

2. Cuello
Las personas que se tatúan el cuello manifiestan sus insatisfacciones internas.

3. Espalda
Un tatuaje en la espalda se lo hace una persona que tiene miedo de tomar decisiones y responsabilidades.

4. Mano
La persona que se tatúa su mano demuestra un deseo de auto control, si es la izquierda, demuestra anhelo por poder y en la derecha significa que anhela justicia.

5. Muñeca
La persona se siente incapaz de actuar. Se siente impotente de intentar lo que quiere y muy desmotivada.

6. Pompis
Esta persona es agresiva, le gusta transgredir lo trascendental, destacar entre los demás, no tiene miedo a exponerse sin medir las consecuencias.

7. Pierna
Esta persona tiene un carácter inquieto, con deseos de descubrir nuevas formas de vivir y comunicarse.

8. Rodilla
Esta persona es reprimida y necesita motivaciones externas, sabe cuáles son sus cualidades pero se niega a aceptarlas.

9. Pecho
Esta persona siempre ve la vida con determinación y coraje ante todas la situaciones.

10. Tobillo
Estas personas tienen deseos de ser libres de protestar en forma silenciosa contra la vida cotidiana que los aprisiona, su sueño es liberarse y escapar de la rutina.

11. Vientre
Este tipo de personas son dulces y sensibles, con profundo instinto maternal o paternal, sueñan con una familia y saben retener a su pareja.

12. Cabeza o rostro
Esta persona tiene tendencias a rebelarse seriamente contra la sociedad de una manera negativa, unirse a pandillas y cometer actos condenables por la sociedad.

También hay que tomar en cuenta para la interpretación de estos tatuajes el lado del cuerpo en que se encuentran, si están al lado izquierdo, la personas son introvertida, tiene ciertos deseos reprimidos y temores.

Si el tatuaje se encuentra del lado derecho la persona tiene sus ideas más claras y se sienta seguro de lo que hace y siente.

Amantes de la costura, bordado, y el tejido han convertido su pasión y arte en tatuajes que ahora lo llevan gravado con tinta bajo las tramas de la epidermis.

Sabemos entonces que el Tatuaje es un fenómeno social, Les adjunto parte del libro del tatuaje y sus análisis


El libro del tatuaje (Nachon-Sasturain) 

“Mas de una historia sostiene el tatuaje. Arte y símbolo, construcción del propio cuerpo y palabra sagrada, impulso atávico y conmemoración vital. El tatuaje se vuelve un relato que transcurre en la piel del tatuado. 

A veces intento de embellecer el cuerpo y otras de cargarlo de discurso, siempre fue y en este momento es, un gesto unívoco. Incluso en los negros azulados de un tatuaje carcelario estamos presenciando el impulso humano a volver lo cotidiano compromiso mágico. El tatuaje nos compromete no solo con la figura tatuada sino con el tiempo que esa figura evidencia. 

Pero también está la gratuidad en la posesión de cierta belleza. El tatuaje es sentido pero en muchos también es placer y diversión. Este es otro de los relatos posibles. El del placer de la propia piel transformada en tatuaje” 

Las siguientes reflexiones forman parte de un trabajo exploratorio que sobre aspectos fundamentalmente psicológicos del tatuaje, está siendo realizado por un grupo de profesionales de la Facultad de Psicología de UBA. Es por eso, que aquí me centraré en los ejes que remiten dentro de la temática del tatuaje a la construcción de lo individual, a la subjetividad, sin dejar de tener en cuenta lo universal implícito en el mismo y el profundo entrecruzamiento con otras disciplinas como por ejemplo, la antropología, la historia, la sociología e incluso el arte. 

Llamamos tatuaje a toda práctica que implique la penetración de tinta o pigmento bajo la piel. Tatuar es alojar en el cuerpo, urgir la piel, cifrarla, pintar su interior. También es trazar, cavar, explorar. Es dibujo, a veces color bajo la piel siguiendo un dibujo. Es grafía con la que los pigmentos escriben el significante deseado. El tatuaje se vuelve un dibujo indeleble trazado en el cuerpo y siempre tiene un relato detrás. Relato que desde lo consciente, remite al momento en que la persona decidió ser tatuada, pero que histórica e inconscientemente, para la vida del sujeto, va más allá. 

En este hoy. Tiempo donde la muerte está presente en la sociedad, como real y también, como sombra de un pasado cercano en el que el caos y la angustia, dejaron en la memoria colectiva marcas dolorosas e imborrables, escuchamos voces y ecos fantasmáticos de voces reclamando memoria. “Para olvidar, es necesario recordar”. “Para poder morir es necesario que la vida esté presente”. 


Son estas dualidades, que el contexto pone en primer plano, (memoria- olvido, vida- muerte, presencia-ausencia), tomadas, como dualidades integradas en una sola. Como contrarios, no plenamente diferenciados simbólicamente, los que convoco para hablar de tatuaje. Dualidades, incluidas, inmersas en un tiempo y un espacio de cambio social e individual, como es la post-modernidad, y en consecuencia, tampoco claramente instituidos. 

Freud asocia la pulsión de ver con el deseo de saber. Saber sobre la sexualidad. Saber sobre la vida y sobre la muerte. 

Es tomando esta integración del ver con el saber la que me lleva a considerar que el tatuaje en nuestra sociedad es un reclamo actuado. Actualización y representación de una vivencia donde está presente el dolor. Constituye una escena delirante, punto de atracción de la mirada y representación restitutiva en el hoy, de lo traumático del ayer. El tatuaje es presente que remite al pasado. Como tal, es producto, defensa y escena que se muestra en el hoy. 

También, es huella cuasi simbólica y marca real en la piel. 


Constituye a mi entender, una forma de memoria-olvido, que desde una posición activa, convoca a mirar y ser mirado reeditándose a través de ella, la relación inicial entre madre-hijo. Es entonces, un retorno a los fantasmas del ayer y una defensa ante el dolor psíquico que conlleva lo traumático. Cumplirá para el sujeto, la función de un indicio, vuelta parcial de lo reprimido que dice de la existencia de la muerte pero también dice sobre la vida, cuando actúa, como señuelo, como llamado a un otro a quien convoca reclamándole saber-ser, saber ver, saber-vivir y sobre todo saber enseñar a vivir. 

En 1895, en el “Proyecto de Psicología”, Freud define a la memoria como la fuerza persistente de una Erlebnis, fuerza que depende de la intensidad de la impresión producida y de la frecuencia de la repetición. Esta memoria, cuando es edificada sobre impresiones, que son susceptibles de elaboración ulterior, no es pensable en función del pasado. Ella, pertenece al pasado y permanece en parte, sino en su totalidad, incognoscible como tal. Indicios solamente, (repeticiones, reminiscencias insólitas e insistentes, reacciones y gestos esteriotipados) nos permiten deducir sus marcas. A esta memoria, nos conducirá, el intento de dar sentido al tatuaje, como acción, escena y producto en sí mismo.
Piel, lugar que en el proceso de construcción de la subjetividad, será espacio real de apuntalamiento de la pulsión, pulsión de vida, pulsión de muerte, posibilitando así, el surgimiento del yo-piel, envoltura psíquica, espacio de separación, intersección y también de unión entre un sujeto y un objeto en proceso de discriminación. 


Cuando algunos se tatúan después de un hecho que marcó sus vidas, el autor expresa: Imagen y dolor, dupla que convoca al mundo externo interiorizado y luego proyectado al afuera, pero que pareciera que solo puede ser parido en forma escindida. Representación simbólica escrita en la piel y dolor vivido en lo real en el acto de tatuarse. 

Actuación que se convierte en una paradoja. Dice y no dice desde lo simbólico ya que lo vivido no puede ser expresada totalmente a través de la palabra. El sentir está ausente. Al evocar lo vivido, la voz de Marina no refleja dolor. Representación y afecto no marchan juntos. Algo del trauma asoma y nombra a través de la actuación que implicará el tatuarse, pero deja adentro el recuerdo del dolor. 

Repetición que vuelve a producir ese dolor que remite a lo oscuro del trauma primitivo, ahora, dolor físico. Hemorragia liberadora de la energía desorganizante de la pulsión de muerte que lastima, pero también genera una coraza protectora a modo de cicatriz. Segunda piel que cubre el vacío de la discontinuidad dejada por la herida del trauma en el incipiente yo y toma la forma de lo tatuado. 


Nada tiene que saber ese yo, de dolor psíquico. Yo, que al igual que la piel en lo real, queda marcado. Marca que funcionará como “señal de alarma”, como defensa ante situaciones de peligro. El dolor del alma no existe. La muerte como real o como abandono, tampoco. De negarlo-evocarlo se ocupa el tatuaje, fetiche inserto en la piel, que funciona a manera de cruz que exorciza mágicamente los poderes del diablo, de aquello que hace sufrir. No hay separación. No hay muerte, hay madre-hija incorporadas en la piel, juntas, unidas para siempre en ese pacto de sangre que constituye el tatuaje. 

“La letra con sangre entra”, la memoria puesta en juego, no tiene el registro claro del símbolo, solo esbozos de representación y recuerdos posteriores La desilusión inicial fue excesiva, el yo era demasiado frágil para asimilar la intensidad de la frustración vivida. Queda en el yo piel, congelada, anestesiada y atrapada en el tiempo, la marca del dolor, y como resto de lo vivido, un yo escindido que dice a la par que niega mediante la magia que le otorga el tatuaje. 

Trauma, punto de discontinuidad del yo, desconocimiento psíquico que es buscado en el hoy. Búsqueda de saber “aquello” sucedido, parcialmente sabido, escindido. Sabido y no sabido. Sabido a medias. 

Por eso, el tatuaje transformado en fetiche, sería la forma dolorosa de incorporar el falo materno como representante del saber-poder vivir-morir y un producto del intento de discriminación-indiscriminación. Solución a mitad de camino que el sujeto tiene para intentar elaborar aspectos dolorosos escindidos de su yo. También una búsqueda de sí, de encontrarse consigo mismo y poder ser 

Concluyo diciendo, que considero al tatuaje como una escenificación defensiva, que puede en algunos casos servir para elaborar aspectos del pasado escindidos del yo. Puede jugar muchas veces, como actuación al servicio del desarrollo, regresión a un tiempo primitivo de la constitución del ser donde lo simbólico, no está claramente instituido. 

En otros casos, cuando el vacío a nivel de la representación es muy profundo y la herida inicial muy dolorosa, el goce en la búsqueda de unión con el objeto primario será muy pasional y el acto de tatuarse puede convertirse en una adicción. 


En algunos grupos, el acto de tatuarse, funciona muchas veces como rito de iniciación o señal de pertenencia y aparece frecuentemente asociada a edades claves de la adolescencia, 15, 18, 21 años. Momentos especiales de resignificación psíquica, en los que nuevamente se pone en juego el apuntalamiento de la pulsión de vida y se busca claridad respecto a la propia identidad. Segunda oportunidad para dar sentido y para cubrir espacios de discontinuidad en el yo, de construirse un pasado y decidir respecto al futuro. Decidir si se vive o se muere, si se es en función de sí o en función del otro. 

fuente: http://www.elsigma.com/site/detalle.asp?IdContenido=6518


*La pasión del tejido grabada bajo la piel: 
Espero que este articulo les guste, y que las fotos seleccionadas hayan sido de su agrado. Para los que les guste el arte, los tatuajes, el bordado y el tejido, pueden inspirarse en estas fotos y diagramas que he dispuesto para quienes quieren cambiar su aspecto y quieran dar un sentido de pertenencia concreto en sus cuerpos con respecto a su pasión tejeril. o a otros como yo que disfruta contemplarlos.